Por uma América Latina livre de venenos!
El 3 de diciembre se conmemora el DÍA INTERNACIONAL POR EL NO USO DE PLAGUICIDAS para hacer un llamado de atención, especialmente a las autoridades, sobre los graves problemas sanitarios y ambientales que genera el uso de agrotóxicos a nivel global y nacional.
Esta fecha fue establecida por las 400 organizaciones miembros de la Red de Acción en Plaguicidas, PAN Internacional (Pesticide Action Network) en memoria de más de 500.000 personas intoxicadas y más de 16.000 personas fallecidas esa noche en Bophal, India, en 1984, debido al escape de 27 toneladas del gas tóxico metil isocianato, utilizado por la transnacional agroquímica Union Carbide para fabricar plaguicidas. Actualmente, más de 100.000 personas sufren enfermedades crónicas producto de esta catástrofe. Los muertos llegan a más de 25.000.
Este y muchos otros graves accidentes siguen ocurriendo en el mundo desde que se impuso la agricultura de monocultivos con uso intensivo de agrotóxicos. Se ha contaminado el aire, suelos, aguas y alimentos causando profundos desequilibrios en los ecosistemas, graves impactos en la biodiversidad, deforestación y pérdida de la fertilidad de los suelos.
El mayor costo social son las muertes y las intoxicaciones agudas y crónicas que afectan a trabajadores/as agrícolas y a la población expuesta a plaguicidas, como también a quienes consumimos, sin saberlo, alimentos con residuos de agrotóxicos, muchos de ellos persistentes en el ambiente, bioacumulables en los organismos, y altamente peligrosos.
En América Latina el uso de plaguicidas ha intoxicado a millones de personas y ha cobrado miles de víctimas, muchos de ellos niños. Sin embargo, nadie ha asumido la responsabilidad por estos crímenes que permanecen impunes.
Como ejemplo, en Brasil las intoxicaciones agudas y crónicas son un grave problema de salud pública, calificado por la OMS como endémico. Brasil actualmente es el líder en el ranking mundial de consumo de plaguicidas, con un aumento del 190 % en la última década (ANVISA). Cada año, cada brasileño consume una media de unos cinco litros de plaguicidas. Sólo en Brasil hay más de un millón y medio de trabajadores rurales intoxicados crónicos por esta causa. En Argentina, se aplican y se utilizan en cultivos extensivos e intensivos más de 350 millones de litros de agrotóxicos, mientras que en los años 90 se utilizaban 80 millones de litros. En provincias donde hay un incremento y predomina el uso de paquetes agroindustriales compuestos por semillas genéticamente modificadas y agrotóxicos se constata también un aumento de los registros de malformaciones congénitas y tasas de cáncer según denunciaron los profesionales de la medicina en el 3° Congreso de Médicos de Pueblos Fumigados, realizado en octubre de 2015 en la Universidad de Buenos Aires.
Por una América Latina libre de plaguicidas, transgénicos, y por una alimentación sana, exigimos que se prohíba el uso de los PLAGUICIDAS ALTAMENTE PELIGROSOS, por sus efectos agudos y crónicos (según la OMS y FAO) y se lleven a cabo políticas públicas que apoyen la producción orgánica y agroecológica para avanzar hacia sistemas alimentarios inclusivos, con producción de alimentos saludables y protección de las y los trabajadores agrícolas, personas, flora, fauna y ecosistemas.